El circo

Mientras veníamos en carretera se veía a la distancia una carpa azul y blanco instalada en el pueblo. Le comenté a May que pensaba que era un circo, pero ella me decía que nunca había venido un circo al pueblo. Que tal vez era otra cosa. Pero mientras nos acercábamos fuimos viendo que yo tenía razón. Y cuando pasamos a un lado, vimos que había un letrero que anunciaba que hoy era la última función.

Estaba instalado en “el llanito”, por casa del tío Toño, a escasos 100 metros de la casa de mis suegros. Fue de las primeras novedades que comentamos al llegar. Trino mi suegro nos dijo que había llegado hacia una semana y que el primer día habían regalado boletos a todos los niños para que fueran a verlo, Arnulfo un vecino nos platicó que el circo había llegado a Moctezuma (la cabecera del municipio), al principio de la pandemia y que ahí se habían tenido que quedar. Que en un momento de necesidad y ante la falta de ingresos el presidente municipal se apiado de ellos y les estuvo regalando despensa. Pero en algún momento dicho apoyo se había acabado y se les invito a seguir su camino. Así es como habían llegado aquí. El tío Toño que por vivir a un lado del “llanito” escuchaba todas las noches el espectáculo nos platicó que los únicos animales que tenían eran ponis, caballos y perros flacos.

Ahí quedo el tema, hasta otro día que la llego la tía María y entre la plática salió el tema del circo, ella quería llevar a los niños a verlo, y entonces el diablillo que me habla al oído me empezó a contar cierto cuento. Así que le platique a la tía María, lo que había escuchado del circo. Que Arnulfo había dicho que habían llegado a Moctezuma al inicio de la pandemia y que se tuvieron que quedar ahí, que como no estaban ganando dinero se tuvieron que empezar a comer a los animales, y que cuando se comieron al elefante hasta vendieron parte de la carne, que cambiaron el marfil de los colmillos y las pieles de los animales por despensas, que los corrieron de allá por que cuando asaron a los changuitos una vecina dijo que estaban comiendo niños y tuvieron que huir antes de que los lincharan. También le dije que el tío Toño (hermano de su marido), había escuchado que el circo había estado primero en Providencia (un pueblo antes de este), pero que cuando estaban ahí el único animal exótico que traían, un tigre flaco, al que soltaban en las noches por las milpas para que cazara coyotes un día casi se come a una señora.  Entonces cuando llegaron aquí ya no se arriesgaban a soltarlo y le daban de comer perros que agarraban de la calle y que por las noches se escuchaban los aullidos de los perros y los rugidos del tigre, pero que cuando no encuentran perros, se roban las gallinas de las casas cercanas.

Estos comentarios hicieron que la tía María sintiera más curiosidad por ir al circo y llevo a los chiquillos a la función de esa noche.

Al otro día cuando vino a tomar café con mi suegra, la tía María nos dijo que había platicado con las vecinas y que a lo que yo había dicho ellas añadieron algunas cosas que también habían sabido. Por ejemplo, doña Linda la esposa de don Rodolfo decía que un primo de su marido le conto que el señor de los tacos había comprado la cabeza del elefante para hacer barbacoa de cabeza, que los tacos estaban muy buenos y sabían casi como a puerco. Doña Licha dijo que también habían vendido el hipopótamo al de la carnicería y que con este habían hecho asado, y que era tanta la carne que todavía seguían vendiéndolo y que sabias que no era de puerco por que las costillas estaban demasiado grandes y la carne estaba más dura. Y alguien más, no se acordaba quien también dijo que lo de los changuitos era cierto pero que lo sospechoso era que solo tenían 4 changuitos y estaban asando 6 y que casualmente había dos hermanitos chiquitos que estaban perdidos en el pueblo.

Y respecto a la función de ayer, había estado abarrotada, pero los niños se habían aburrido por que ya habían visto el espectáculo el primer día y era igual siempre. Y cuando pidieron ver al tigre el maestro de ceremonias les dijo que no había ningún tigre y una vecina les grito que si había que ella escuchaba los rugidos en la noche. Entonces la gente se empezó a enojar y el circo termino la función. La gente salió muy enojada, y las madres decían en voz alta que agarraran a los niños de la mano por que en Moctezuma ya se habían robado algunos para comérselos porque eran caníbales y además usaban la sangre para hacer brujería. Poco falto para un linchamiento.

Al siguiente día el bonito chisme que yo había inventado se esparció por todo el pueblo y ranchos aledaños. Y a la función de esa noche no se paró nadie.

Ante esta bajada de público, el circo inicio una agresiva campaña de publicidad, una motoneta (de esas con cabina) armada con un altavoz recorrió el pueblo durante todo el día, anunciando que en la función de hoy los niños entraban gratis (acompañados de un adulto). 

Tal vez la campaña hubiera funcionado, si el conductor de la motoneta hubiera estado al tanto de los chismes de los cuales se les acusaban y no hubiera cometido el error de acariciar un perro afuera de la tienda donde se había parado a comprar una coca fría. Ahí fue visto por doña Teresa, quien después platico que había visto como el conductor recogía perros en la motoneta que de seguro eran para el tigre.

Esa noche la función de nuevo estuvo vacía. Y la gente empezó a echar en falta algunos perros (de los cuales nunca se acordaban).

Al otro día, el circo saco su arma secreta. El altavoz de la motoneta ahora anunciaba que en la función de hoy podría verse al chupacabras. Eso en un pueblo en medio del desierto, en sábado por la noche era éxito asegurado. O eso parecía.

Ante la ausencia de nuevos chismes y con la novedad de ver al chupacabras la gente empezó a encaminarse al circo. Con la coincidencia de que por la tarde se fue la luz en todo el poblado. El único lugar donde había luz era el circo. Con ese añadido la función de esa noche estuvo a reventar. 

Pero mientras las luces y el sonido del espectáculo se escuchaban por todo el pueblo. Un chisme se empezó a regar por todos los lugares donde no había luz. (Juro que en ese no tuve yo nada que ver). El circo era el único lugar con luz, seguramente ellos la habían quitado para que todos fueran a ver el espectáculo. Ese chisme fue corriendo por los exteriores de todas las casas donde la gente estaba reunida. Y empezó a crecer y se le añadieron los miedos de las viejas, ¿Y si en la oscuridad se escapaba el tigre?, ¿O si aprovechan el apagón para robarse niños, o perros?, ¿Si soltaban al chupacabras después de la función? 

La función acabo, la gente fue saliendo y guiadas por sus linternas se fue dirigiendo a sus casas, algunos grupos eran interrogados por la gente: ¿Qué tal la función?, ¿Habían visto al chupacabras?

La gente comentaba decepcionada que habían sido los mismos animales, la misma rutina, no había salido el tigre y el chupacabras era una momia de perro. Y coincidentemente la luz había vuelto en cuanto el espectáculo terminó.

Eso fue el colmo, un grupo de vecinos fue a buscar al comisariado ejidal y se convocó una junta en el auditorio para el otro día, para tratar el tema de los cirqueros caníbales, robachicos, mataperros. A las 10 de la noche todo el pueblo había sido convocado.

Tal vez la gente del circo escuchó algo, o tal vez ya tenían planeado irse. Pero al otro día, el tío Toño corrió al auditorio a avisar que el circo ya no estaba. Nadie había escuchado nada. Pero en “el llanito” solo habían quedado los huesos de lo que parecían varios perros y las huellas de los camiones.


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