Pequeños Actos de Magia Cotidiana
Dicen que mientras mas se envejece, mas religiosos nos volvemos. Ahora que he crecido, empiezo a sentir el llamado a construir no una religiosidad; si no una espiritualidad propia. Ad hoc a mi vida, mi familia y mis contradiciones.
Yo siempre he tenido una relación de amor odio con la religión, (católica en este caso) y con la espiritualidad.
Más joven mi búsqueda de en qué
creer me llevo a estudiar teología y la biblia, pero profundizar en este
conocimiento me aleja del catolicismo.
Ese vacío me llevo a buscar otras
corrientes. Pero mientras más buscaba, la religiosidad chocaba con mi
racionalidad. Aún ahora esas dos partes de mí siempre están en conflicto.
Intento mantenerlas separadas. La fe es en si un acto irracional. Se cree por
no estar solo.
Después de muchos años he logrado
crear mi propio sincretismo. Pienso que la expresión de la divinidad se da en
muchas formas. Como capas que se superponen. Dándole nombre e intentando
explicar cosas que en el fondo son muy primitivas. Los elementos, los lugares
de poder, Dios mismo son expresiones de lo mismo. Energía.
En base a eso, he creado una
especie de culto propio que me acomoda. Creo en Dios, en la energía, en los
dioses domésticos, en los elementos, en las conciencias superiores. Aun no se
como ese sistema de creencias encuentra balance. Aun estoy caminando hacia la
definición de mi propia espiritualidad.
Por ejemplo, cuando hice el Camino
de Santiago, iniciaba mi peregrinar con la oración del peregrino, meditaba al
caminar, iba a misa a las 5 todos los días. Había en esos actos una energía enormemente
pagana y al mismo tiempo, profundamente católica.
En mi casa tengo un altar, May y
yo lo hemos construido. En él esta nuestro Panteón protector. La Virgen de la
Esperanza Macarena, (a la cual May se ha vuelto muy devota), Santiago Apóstol y
San Isidro Labrador, (patrono de los agrónomos, de los enólogos y sincretismo católico
de los espíritus de la tierra y la agricultura), También hay 2 peyotes (que son
pequeños y germinamos de semilla), una vieira (que identifica a los peregrinos
a Compostela), y un pequeño buda de madera. En este pequeño altar hay ofrendas de
semillas, incienso, veladoras, pequeñas oraciones.
Este altar es un batiburrillo de fe.
Cada imagen expuesta en él tiene un porque, un significado, cubre un aspecto de
nuestras vidas. Juntos cuidan nuestro camino.
El altar no es el único sitio de
la casa donde existen los contrastes, en nuestro cuarto, frente a frente conviven
dos objetos uno de fe y el otro de espiritualidad práctica. Sobre la cama hay
un crucifijo de marfil, muy antiguo, perteneció a mi abuelo, a mi padre y ahora
es mío. Es uno de esos Cristos crucificados que son bastante realistas, que
reflejan mucho sufrimiento. Sin embargo, verlo ahora sobre mi cama me trae una
especie de paz, la misma que siempre me dio al verlo en el cuarto de mi padre.
En oposición frente a el se hay un pendón de colores donde se encuentran bordados
los Ashta Mangala (los ocho símbolos auspiciosos). Este pendón es
propiamente un objeto de practica (de mi etapa budista), resaltan las
cualidades de la iluminación (mental, espiritual, consciente), y son una
herramienta poderosa de meditación.
Lo tengo en mi cuarto por que durante
mucho tiempo trabaje con él, lo utilice bastante cuando acostumbraba meditar
mas seguido. Antes la meditación era un ejercicio fácil para mí, no solo como
herramienta de trascendencia, si no como una herramienta de control y manejo de
emociones. Ahora, meditar se ha vuelto complejo, perdí mucha practica y no me
es posible alcanzar los mismos niveles de conciencia que lograba antes. Retomar
esta practica se ha vuelto una nueva tarea.
Ahora, intento actos de meditación
consiente. Encender un incienso y observar el humo intentando no pensar en nada
más. Cuando me siento confundido orar mientras quemo unas ramas de romero, y
dejo que mis oraciones fluyan con el humo. Encender una veladora y meditar en
la llama y el vació. Pero existen otros tipos de magia cotidiana, movimientos energéticos,
lavar los trastes, recoger la basura, barrer, tender la cama, (en mi caso este
es muy terapéutico), arreglar pequeños desperfectos por la casa, limpiar los
espejos, abrir las ventanas, regar las plantas, cortarles las hojas secas,
cocinar algo sencillo. Dar las gracias a la nada.
Son los pequeños actos los que
van transformando nuestra realidad, (energía que se mueve). Algún día espero
que la ciencia y mi mente sean capaces de reconciliar todo aquello en lo que
creo con todo aquello que sé.
Por lo pronto, mi yo consciente aprende
a ver, oír y callar a mi yo inconsciente. A orar sin razonamiento, a meditar
sin analizar. A ser y estar. A que cada sencillo acto se vuelva una oración y
un acto de meditación.
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