Sevilla - Santa Justa

El 21 de julio May y yo celebramos nuestro aniversario, en el 2019, cayó en domingo. Fue un dia que paso desapercibido, estábamos a nueve mil kilómetros de distancia, con una diferencia horaria de 8 horas. 

May empezó su aventura por la noche de ese domingo, su viaje a España era mi regalo de aniversario para ella, (además de la propuesta de matrimonio de la cual ya escribí). Me daba un poco de miedo que viajara sola, pero el autobús llegaba directamente a la terminal del aeropuerto, y la verdad es que May es lo suficientemente independiente para arreglárselas en cualquier situación. 

Mientras ella viajaba de San Luis al Distrito Federal, luego a Madrid en un vuelo de casi 12 horas y finalmente a Sevilla, yo vivía mi ultimo dia solo en Sevilla. Fui a la Velá de Santa Ana, camine por mis rutas habituales mientras mentalmente hacia calculos de donde estaría May, ¿Ya habria despegado?, ¿Tendría frío?. Tenía acelerado el corazón y miraba el celular cada que podía esperando un mensaje de ella. Por whatsapp fui siguiendo su itinerario, acompañando su emoción; cada mensaje suyo me iba acelerando el corazón, todo mundo estaba pendiente de ella, de cómo estaba y cuando llegaria.

Esa noche estuve fuera el mayor tiempo que pude, ella estaba en aire, y estábamos incomunicados. Ella estaba ganando tiempo por el cambio horario y yo intentaba gastar todo el tiempo posible para no estar tan ansioso. Su avión aterrizaba a las 6:30 am (hora española), y su llegada a Sevilla dependía de cuánto tiempo tardara en pasar el control migratorio y consiguiera billete de tren.

Yo no pude dormir, el nerviosismo de verla era enorme. A las 6 de la mañana ya estaba despierto tomando ColaCao. Era 23 de julio cuando May llego a España. En cuanto su avión tocó tierra lo primero que May hizo fue enviarme un mensaje. Esperé hasta las 8 para que me dijera que ya había comprado el boleto de tren, y que llegaría a Sevilla a las 11:40. Le dije que no se durmiera, que intentara disfrutar lo más que pudiera el viaje en tren. (Era la primera vez que ella viajaba en tren). Y establecimos silencio radial.

Desayune ligero. Tome un largo baño. Me puse un pantalón beige y una camisa verde que a ella le encanta que me ponga. Y camine a la estación. Llegue antes de las 11:30. Fue la misma estación a la que yo llegue, así que ya sabía cómo orientarme, revise la pantalla de llegadas, y camine a la salida del andén donde ella llegaría. El tren llegó puntual, los pasajeros comenzaron a bajar y desde la plataforma elevada donde me encontraba intentaba adivinar por dónde saldría. 

Fue de los últimos pasajeros en salir. Se veía espectacular, se había pintado el pelo. Y algo en su caminar era diferente. May tiene muy mala visión, así que cuando me vio ya casi había llegado a la salida, pero yo había disfrutado cada paso de su andar. Cada paso que la acercaba a mi se sentía eterno. Tenía el corazón tan acelerado, y sentía una emoción al verla que era completamente nueva para mi. Amor mezclado con adrenalina y deseo.

Verla ahí frente a mi, (obstruyendo la salida de otros pasajeros), mientras (como todas las mujeres bellas), me daba el tiempo justo para admirarla en todo su esplendor me genero un golpe a la conciencia que sentí casi físicamente. Esa mujer tan hermosa, de la que estoy perdidamente enamorado, había viajado de un continente a otro, durante incontables horas, esa mujer a la que tenía meses sin ver, estaba ahí frente a mi. En un país diferente al nuestro, un país que yo amo, y el cual quería mostrarle. Esa mujer que estaba frente a mi. Era el amor de mi vida. De pronto pensé, que Maywalida es la forma que tiene Dios de decirme que el paraíso existe. Por que si no ¿Cómo podría explicarme que esta mujer me amara a mi de esta manera? Ese primer beso en España, me supo tan diferente. Sentí que literalmente el tiempo a nuestro alrededor fluía de diferente manera. No es tan descabellado pensar que el amor siendo una fuerza tan poderosa podría por un momento detener el tiempo. Creo que en ese momento detuvimos el tiempo. 

Comentarios