¡Pásele marchanta!
Me encanta ir a los mercados, a descubrir ingredientes, en el supermercado encontramos todo en bolsa, refrigerado, a veces pelado y listo para comer, frutas que se producen todo el año pero que no saben a fruta, todo lo han convertido en un articulo más, carente de significado e igual de insulso que los frijoles en lata. Nos empiezan a destruir el sentido del gusto, con comida "natural" que no sabe a nada, y con alimentos procesados que tienen sabores exagerados y solo son un cóctel de químicos mezclados con proteína de soya. Ahora cada que leo las etiquetas y veo en los ingredientes que tal o cual cosa lleva proteína de soya, me asqueo y pienso que nos tratan como a los cerdos, alimentándonos solamente para seguir vivos. Engordándonos para que salgamos a seguir produciendo y a seguir comprando.
Cuando vamos al tianguis, mercado, mercadillo, rastro, baratillo o como ustedes le llamen, estamos experimentando con lo que comemos, no solo el cúmulo de sensaciones, la prueba de tal o cual fruta, el olor de los productos, los gritos de los vendedores, el regateo, el ingenio de los anuncios, la asoleada, o la mojada, el andar cargando las bolsas de aqui para alla, el puesto donde se compra esto, el puesto donde se compra lo otro, , la plática con la marchanta, los motes que ponen los vendedores, el pásele güerita, acérquese marchanta, atiendan a la hermosa, la garnacha por que no hemos desayunado o almorzado o comido o nada mas por que traigo antojo. También el jitomate agüadito porque es para moler, el más durito que es para ensalada, los aguacates para ahorita, los plátanos para mañana, la piña que no escalde, la sandía que este dulce, las naranjas que no están agrias, la manzana que está cara, el mamey que no este pasado, las tunas blancas o mejor las amarillas, el pipián en cuaresma, los orejones que están muy caros, el frijol que sea nuevo, los huevos que no se rompan, los limones que tengan jugo, los ajos que no esten viejos, la cebolla que no este tan fuerte o mejor si, los chiles que piquen, el queso de aquí que está más bueno, el queso de allá por que hace hebra y sobretodo el dinero que alcance por que es más el hambre que los centavos.
Y no es que santifique los tianguis, también hay un marcado descenso en la variedad de los alimentos que consumimos, estamos perdiendo ingredientes ya solo conocemos pocos tipos de jitomate, que el bola, que el saladet, que el cherry, pero si hay tantos, no salimos de los mismos tipos de frijoles y ya no comemos de los negros por que son de pobre y un largo etcétera.
Hace varios años cuando todavía estudiaba la carrera me tocó ir al Mercado República, (es el mercado más grande de San Luis Potosí y está en el centro), un lunes saliendo de la universidad. Asi que alli iba cargado con la mochila, con hambre, paseando entre los puestos, en un ejercicio de lujuria gastronómica y glotonería; comprando la fruta aquí que está más barata, fresas, manzanas y guayabas para mi hermana, verdura para la semana, zanahorias, chile, jitomate, tomatillos para una salsa verde, hay que comprar mucha cebolla por que esta barata, espinacas para un omelet. Aqui venden hígado y siempre dan pilón, aprovecho y compro al fin que traigo muchas cebollas y de una vez manteca para los frijoles refritos que hace mi papá. Iba ya de salida cuando veo las cañas completas sin pelar, tengo que llevarme una; esa que todavía tiene la raíz, sirve que la siembro en el jardín y tengo cañas en mi casa (al fin que para eso estudie agronomía). Y por fin sali del mercado, con una caña de 2 metros, era yo la versión moderna de Moisés huyendo de los egipcios (cargado de bolsas por que me imagino que Moisés también traía su mandado con mayor razón si iba huyendo) y abriendo el mar (de coches) con mi caña de azucar cual baculo maravilloso para poder atravesarme a tomar el camión (por que gasto mucho en taxi y a estas horas el camión ya no viene tan lleno, además aprovecho y me echo un sueñito). Ese maravilloso plan estaba a punto de cumplirse ya que venia llegando el camión y al parecer sin gente, di entonces el primer paso para subirme apoyado en mi caña, sin pensar que llevaba yo un mandado muy especial, porque justo en ese momento el cuarto de naranjas se puso de acuerdo con los 3 kilos de manzanas para escaparse y aprovecharon mi descuido para romper la bolsa, ante esta oportunidad, las papas se animaron a ser libres también y rompieron su prisión, las cebollas (que eran compañeras de las papas) se resignaron a su destino y se quedaron quietas en el fondo de la bolsa. En el desorden del sálvese quien pueda, las frutas y verduras fugitivas aprovecharon para rodar en todas direcciones intentando despistarme, rápidamente capture a las papas, afortunadamente no podían rodar mucho, las naranjas fueron difíciles, algunas se escondieron debajo del camión esperando poder irse de polizones cuando este arrancara, algunas naranjas mas listas intentaron cruzar la calle con la esperanza de tomar el taxi que estaba detrás, pero no contaban con que el taxista no quería verse envuelto en la polémica de rescatar frutas fugitivas y se dio a la fuga aplastando en su huida a una de las naranjas, un loco que deambulaba por ahí ayudo a escapar a una manzana, por más que yo lo amenazaba con mi caña de azúcar que ahora me servia de cachiporra. Lo peor era que mientras yo capturaba frutas libertarias, también impedía el acceso al camión y estaba siendo empujado por una vieja detrás de mi que me insistió en que subiera, como si pudiera dejar yo que tanta fruta se escapara sin castigo, el camionero ajeno a este drama finalmente arrancó y se fue, y yo pude juntar a casi todas las fugitivas. El problema ahora es que ya no tenia donde poner tanta fruta, y por más papas que me echaba en las bolsas no sabia que hacer con las demá; un samaritano que vio de cerca mi drama se acerco a darme una bolsa negra de las que se usan para la basura. Ahi meti todo lo que había querido ser libre y rescatando la poca dignidad que me quedaba le hice la parada a un taxi para irme rapido a mi casa.
Por eso es más divertido ir al mercado.
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