Tiempo.

 

Me di cuenta que el tiempo no cura, lo que cura son las alegrías que nos trae ese tiempo, como arena arrastrada por el viento que se deposita en la herida abierta, y la va cerrando, volviéndola poco a poco, insensible.

Hace mucho vi una película en blanco y negro, el protagonista era un beduino, en el transcurso de una batalla, le disparaban,y  a pesar de eso seguía peleando, al final de la secuencia cuando la batalla termina y comienzan a atender  a los heridos, el protagonista tomaba una piedra y la introducía en la herida, después se vendaba y volvía a montar a caballo, cuando le preguntaban que por que hacia eso, el simplemente contestaba, que aquello haría que su cuerpo aprendiera de la roca y se volviera duro como ella.

Siempre me encanto esa escena, por que creo que así deberían ser los corazones del desierto, deberían aprender a ser duros, y a no dejarse herir, por eso llenamos los corazones con arena, con alcohol, con pasos cansados, con todo aquello que pueda volverlos insensibles al dolor, para los corazones del desierto no sirven las curitas en la herida, hay que sacar el corazón del pecho y curtirlo con los pasos, expuesto al sol como efímeras flores que nacen en una duna, y se marchitan al viento, al ampara de las arenas que nos harán olvidar.

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