Postal de una tarde lluviosa.

 

Una tarde nubosa, de cielo encapotado, el mundo adquiere ese color sepia que solo logra un atardecer detrás de las nubes.

Una banca, de esas cómodas donde se antoja besarse, platicar, o leer un libro, o simplemente ver la vida pasar, de esas bancas que solo parecen hechas para que los enamorados pasen el tiempo, o para que los ancianos se sienten a alimentar a las palomas.

En esta banca, cuyo fin es comunitario, esta sentada una joven, que con su soledad ha hecho de esta banca un mueble unipersonal.

La joven tiene una mirada profunda, inmensa, tiene ojos que dan la idea de haber sido felices alguna vez. La muchacha es hermosa, de aura sombría, perfil tenso, sonrisa lobuna, y ansias de amar, ansias de ocasiones para reír.

Un relámpago rompe la quietud de la escena que ilumina, y después que ha pasado, su ausencia sume en la oscuridad a esa bella mujer que parece que he soñado; otro relámpago rompe el cielo, y da paso al diluvio. Es entonces cuando el tiempo vuelve a caminar, la tarde se torna en noche temprana y la banca de pronto ya no es un lugar para estar; y nuestra joven aparición ya se aleja calle arriba, riendo y bailando al son de la lluvia.

Comentarios

  1. aveces es bueno detenerse y dejar pasar el tiempo y la vida, un pequeño desahogo no hace daño...

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