El Universo de las cosas simples.

Nos liberamos de las ataduras, a solo media hora de la ciudad,
vamos a esconder tras el follaje, lo que no podemos decir en
voz alta, y vamos a jurarle amor a las estrellas, a un lugar
donde la ciudad nos las permite ver.

Las lineas anteriores, reflejan el peso de nuestro hoy,
existen, existimos, personas que en medio del mundo diario
buscan ese espacio donde gritar, y si he dicho que nos
ocultamos, no es por miedo, ni por un sentido de elitismo
o de plusvalia, lo hacemos alli, por que es alli donde
encontramos iguales, Guerreros entre el follaje.

Y es que en esta vida, tan cargada de apariencias, nos vemos
obligados a cargar nuestro Yo, con cadenas que nos son
impuestas,realmente no entendemos que nuestro infierno
esta aqui, arrastramos nuestra propia penitencia, en el ahora.

La totalidad de la existencia, de la felicidad en si, esta
contenida en el universo de las cosas simples.

¿Como puede ser esto cierto?

Dia a dia, nos cargamos con pesos inecesarios, atamos
nuestra alma a tierra firme, inpedimos a toda costa que ella
vuele, nos da miedo el que diran, el fracasar, el morir, o
peor aun, el no trascender. Sin embargo es breves momentos,
simples para variar, donde ella se libera y emprende vuelo,
vuelo que a veces inspira, o las mas de las veces aterroriza.

Y es que no hay nada mas ligero que una risa involuntaria,
que un momento inesperado, o que un amor fortuito.

Cuando amamos se nos enseña esa levedad repetidamente,
esa urgencia de conocer los sueños del otro, de estar
en ellos, de vivirlos juntos, ese frenesi desesperado
de compartir un cuerpo, de fundirlo en uno solo.Por que
lo que no entendemos es que contra toda logica, dos cuerpos
unidos son uno, y dos sueños juntos vuelan mas.

Lo que pasa es que olvidamos estas lecciones, perdidas entre
los recuerdos del adios, y las amargas despedidas, por que
como todo lo bueno en la vida, se olvida por su simplicidad.

Y es que a final de cuentas, nuestra alma no es mas que
un gran sueño que espera ser soñado, para volverse realidad,
cargado con el peso de un cuerpo. Un cuerpo amado, deseado,
al que sentimos que le estorba la ropa para poderlo amar.

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